Quizás por primera vez desde su fundación, hace setenta años, un acuerdo trascendental de la ONU relacionado con la política social no menciona la familia. Al momento de su aprobación, esta semana, varios países resaltaron este defecto.
Ante la falta de avances significativos en cuanto a los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LGBT), el gobierno de Obama, con la ayuda de defensores LGBT, pasaron a minar los principios provida y profamilia que sustentan a la ONU.
En el corazón de las Naciones Unidas se encuentra el reconocimiento de la familia como «el elemento natural y fundamental de la sociedad». Habiéndose incluido por primera vez en la Declaración Universal de Derechos Humanos, la referencia a la familia se introduce en cada acuerdo importante de la ONU (y en casi todas sus resoluciones) que trata la política social. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (plan de quince años que insumirá miles de millones de dólares y afectará a todos los países) son ahora una excepción con el potencial de convertirse en un precedente nocivo.
Aunque esto no es una ganancia para los derechos LGBT, constituye una pérdida para la causa provida y profamilia. La exclusión de la familia no la redefine, ni implica reconocimiento alguno de las parejas homosexuales. Pero genera un espacio para jugadas tendientes a redefinir a la familia, pese a que la Declaración Universal de Derechos Humanos no contempla reconocimiento alguno de las relaciones entre personas del mismo sexo como capaces de constituir una familia.
La omisión de la familia no es manifestación de apoyo por los derechos LGBT en la ONU, ni su aceptación mundial. De hecho, al momento de ser aprobados, varios países emitieron fuertes declaraciones que afirmaban que los nuevos objetivos no deben interpretarse de modo que incluyan los derechos LGBT.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de hecho debieron ser depurados antes de que los países los aprobaran. Se aclaró o suprimió del proyecto final terminología ambigua que podría ser interpretada para avalar los derechos LGBT. Al no poder introducirlos, Estados Unidos y los defensores LGBT trabajaron para sacar a la familia. Por desgracia, la agotadora sesión final de negociaciones dio como resultado la exclusión de toda referencia sustantiva a la familia.
A las órdenes del presidente Obama, Estados Unidos presionó a los países que objetan los derechos LGBT para que permanecieran callados en las negociaciones y para que se abstuvieran de votar en contra de las iniciativas tendientes a promover los derechos LGBT, e incluso pidió a los países que no manifestaran sus objeciones en negociaciones ni votaciones de la ONU. Se trata de una estrategia atenuada en comparación a años anteriores, cuando el gobierno supuestamente amenazaba a los países con retirar la ayuda económica.
En 2010 Estados Unidos prometió una resolución independiente sobre derechos LGBT en la Asamblea General. Pero pronto descubrió que había escaso apoyo por algo de esas características. Recurrió a filtrar derechos LGBT en resoluciones como una cuestión tangencial y a fortalecer modos para que la burocracia de la ONU promoviera los derechos LGBT, así como a organizar actividades públicas sobre derechos LGBT en la sede de las Naciones Unidas.
Los derechos LGBT no son la única área de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la que la izquierda sexual no pudo ganar terreno. Estos no reconocen el aborto como derecho ni mencionan la «educación sexual integral».
Aunque no han convertido el aborto, los derechos LGBT ni la educación sexual en normas internacionales, eso no significa que hayan fracasado en la implementación de estas políticas. Los países y las fundaciones pudientes utilizan la ayuda exterior y las donaciones aorganismos de la ONU para imponer políticas sociales perniciosas en otros países.